lunes, 6 de octubre de 2014

Cuando tu bebé empieza a comer

Los primeros alimentos sólidos son un hito en la vida de cada niño. Para algunas mujeres, además, ¡pueden significar todo un desafío!




Para algunas mamás, este acontecimiento representa un nuevo reto (¡Justo cuando acabábamos de acostumbrarnos a un poco de orden!). Para otras, se trata de un momento de alegría (¡Mi bebé ya empieza a comer!) o que despierta nostalgia (Pero ¿cómo? Si nació ayer…). De cualquier forma, hay que hacerlo. 

Las que les pregunten a sus amigas, cuñadas, tías, madres o suegras, escucharán un montón de consejos y opiniones al respecto. Tantos que incluso pueden correr el riesgo de marearse: ¿Con qué conviene empezar?, ¿cómo combino las comidas con la lactancia?, ¿qué alimentos debería evitar?, ¿empiezo por lo salado o por lo dulce?, ¿le tengo que dar cosas que ni yo como?, ¿cuánto debería comer al principio?, ¿qué pasa si mi bebé no quiere probar?, ¿y si es alérgico a ciertos ingredientes?

Primer paso: Conversar sobre el tema con el pediatra. Comentarle cuáles son nuestros hábitos alimenticios y qué expectativas tenemos respecto de la alimentación de nuestros hijos. Atención, porque algunos conceptos han cambiado desde que nuestras madres empezaron a darnos de comer. Asimismo, hoy hay una enorme conciencia respecto de la calidad o la procedencia de los alimentos. 

Para quienes aún se sientan muy perdidas, la cocina no sea precisamente su fuerte o quieran una guía más bien actual y comprensible, les recomendamos Recetas para mi Benjamín, de Carolina Palacios, que incluye 85 recetas divididas en etapas. Muy fáciles, con modelos de menúes y con el asesoramiento de pediatras especializadas en nutrición infantil. 

Otro material muy interesante son las Guías Alimentarias para la Población Infantil, desarrolladas por el Ministerio de Salud de la Nación (con la versión para padres y cuidadores. Realmente vale la pena leerlo, sobre todo, a partir de la página 15).

Empezar a darle de comer a un bebé significa todo un aprendizaje mutuo. En vez de preocuparnos, podemos verlo como una valiosa oportunidad de crianza. Es un lindísimo momento para mirar a nuestro hijo a los ojos, hablarle, aprender sobre sus tiempos y sus gustos, y enseñarle los nuestros y los de la familia. Algunas madres, incluso, prueban e inventan recetas con inusitado entusiasmo. Eso sí, no hay mujer que no se sienta super contenta cuando su bebé come con ganas o le pide más de lo que preparó con tanto cariño y dedicación.  

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