La perspectiva del parto despierta tantas reacciones como embarazadas. La más común, el miedo. ¿Cómo te estás preparando para ese momento?
Al principio del embarazo, el parto parece algo
muy lejano. Pero, a medida que avanzan los meses, empezamos a escuchar cada vez
más palabras como contracciones, peridural, dilatación, episiotomía, doble
vuelta de cordón, parto respetado, cesárea, inducción... Y, aunque decidamos
prestarles más o menos atención, pronto el parto se vuelve inminente e
irreversible.
¿Dolerá tanto como dicen?, ¿cuándo sabré que es
momento de ir al sanatorio?, ¿cuánto tardaré en dar a luz?, ¿podré dilatar?, ¿y
si todo ocurre demasiado rápido?, ¿y si llego tarde para la peridural? Las
preguntas son tantas y tan variadas como embarazadas. Además, tampoco dependen
de si se es primeriza.
Algunas optan por ponerse en manos de su
médico. Otras, se informan, consultan alternativas y definen prioridades. Están
las que descansan en la idea de que, llegado el momento, harán lo que deban
hacer (Si sus madres, sus abuelas y todas las mujeres antes que ellas parieron,
quizá con menos asistencia o, incluso, en sus casas, ¿qué tan difícil puede
ser?) y las que se casi no pueden pegar un ojo de noche pensando en ese día.
Cada embarazo y cada niño es un milagro. Cada parto,
un momento único, propio y universal al mismo tiempo, vital y femenino. Y este
es un buen punto de partida para acompañar el miedo: compartiéndolo con otras
mujeres. Amigas, primas, madres, tías, abuelas y cuñadas seguramente tendrán
mucho para contarnos. Un consejo generoso, una experiencia sincera y una mirada
comprensiva aliviarán el peso de lo desconocido.
Otras opciones: Prepararnos con una
especialista, por ejemplo, una doula,
o con grupos de embarazadas (de gimnasia, de reflexión y contención, etc.).
También hay libros que pueden responder las preguntas más temidas o revelar
otros aspectos de esa experiencia absolutamente humana e imposible de controlar.
Finalmente, podemos escucharnos, sincerarnos y confiar
en nosotras mismas, en nuestros cuerpos, en nuestras parejas y en nuestros
bebés (ellos también trabajarán para nacer, ¡y mucho!). Podemos entender y
vivir el parto como un camino muy especial e íntimo que empieza antes de las
primeras contracciones y que toma una nueva dirección cuando nos encontramos
con ese par de ojitos bien abiertos, asombrados, expectantes, amorosos y desbordados
de vida, tanto como los nuestros.
Algunas embarazadas seleccionan música para
relajarse durante el trabajo de parto en sus casas, ¿sabías? ¡Te proponemos un tema que nos gusta mucho!
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Quiero felicitarlas por estas publicaciones que sigo con mucho interés. Si bien ya soy abuela, las encuentro muy útiles para poder dialogar con las mamás jóvenes desde otro lugar. Pasé por seis partos naturales, algunos más dolorosos que otros, pero gracias a Dios al ver a nuestro hijo, el recuerdo del dolor queda atrás en poco tiempo.
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