¿Recuerdan qué canciones sonaban en sus casas cuando eran niños? La música es un lenguaje único que podemos regalarle a nuestros hijos, incluso, antes de que nazcan.
Se cree que los bebés en la panza escuchan
alrededor del 5.º mes de gestación. Hay autores que señalan que esto ocurre antes.
Más o menos temprano y, si nos lo proponemos, podremos comprobar los efectos de
la música en esta etapa tan especial.
¿Alguna vez fueron a un concierto embarazadas
de por lo menos 6 meses? Con los primeros bajos en los parlantes, seguramente
sintieron las patadas o los movimientos de su bebé. Si no, quizá tuvieron que
ir a un casamiento y, en forma natural pero decidida, eligieron alejarse de los
parlantes cuando la música estaba muy fuerte…
Cualquier mamá se dará cuenta enseguida de cómo
su niño reconoce su voz desde los primeros días de haber nacido. De la misma
forma, dicen que el bebé también puede recordar la música que escuchaba cuando
estaba en la panza. Y que esta queda archivada en la memoria para siempre,
aunque no nos demos cuenta.
¿Escucharon hablar alguna vez del “Efecto
Mozart”? Si bien no ha podido comprobarse de manera científica, se cree que los
bebés que escuchan las melodías del compositor austríaco a partir de la semana
23 llorarán menos, dormirán mejor, ganarán peso con más facilidad y tendrán una
mejor plasticidad cerebral.
Algunos estudios realizados en España y en los
Estados Unidos sí demostraron los efectos de la música en el cuidado de
prematuros: las melodías lograron mejorar su frecuencia cardiaca y su nivel de
oxígeno, y los ayudaron a relajarse y dormir con mayor tranquilidad.
No somos expertos en musicoterapia, pero no es
difícil entender que la música es un lenguaje diferente y universal, y que los
acordes de un tema que nos gusta mucho llegan directamente el corazón, sin más
explicación científica o técnica. Y, con los niños, pasa lo mismo.
Además, la dicha que nos provoca cantar o
escuchar música embarazadas seguramente se transmitirá a través de la placenta,
como parte de ese intercambio permanente y único que sucede entre madre e hijo.
Ni hablar de si sostenemos a nuestro precioso bebé y bailamos con él como locas
(¡de alegría!). ¿Alguna vez lo hicieron? ¡Seguro que sí!
Por eso, ¡no dudemos en llenar nuestra casa con
música antes del nacimiento y después de este! Nuestros pequeños seguramente
asociarán recuerdos preciosos a esas melodías.
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